Dejar el Cuerpo Físico y El Plano que Hay Más Allá | Junio de 2011
Tenemos tres cuerpos: el cuerpo físico, el cuerpo sutil (al que a veces se denomina 'cuerpo astral'), y el cuerpo causal. El físico es el que experimentamos principalmente en el estado de vigilia. El sutil es nuestra principal experiencia en el estado de sueño; y el causal es nuestra principal experiencia en el estado de sueño profundo.
Sé que esto suena a poco, pero el cuerpo causal es básicamente nada. Es como existir en un vacío. De esto es de lo que hablan los budistas. También existe el estado de Turiya, que se encuentra en los tres cuerpos simultáneamente, no tiene forma y es lo que 've' o 'atestigua' cualquier cosa que sucede, o que no sucede, en todos los niveles de existencia, incluyendo el vacío del cuerpo causal.
Los Siddhas son almas totalmente libres que están identificadas con la Conciencia Superior, mientras mantienen su papel como aparente individuo. Un Siddha no se considera a sí mismo una persona en particular, aunque externamente se comporta como tal.
Eso que llamamos 'muerte' no existe. Lo que ahora está vivo lo estará eternamente. Sólo cambia la forma externa. Lo único que tiene lugar es una transción natural de un nivel de existencia a otro. Nadie muere nunca y nadie se va a ninguna parte. ¿A dónde se puede ir? Cuando entendemos completamente la Verdad, nos damos cuenta de que todos estamos aquí y ahora.
En este mundo físico podemos estar en distintos lugares y leer esto en distintos momentos. Pero en el mundo sutil, cuando alguien lee esto se sintoniza con lo que todos estamos experimentando en este preciso momento.
La diferencia en el tiempo y en el lugar es relativa y sólo es relevante en el mundo físico. El mundo sutil no se ve afectado por el tiempo ni por el espacio; en ese plano, lo que pensamos y sentimos es lo que obtenemos. Ese mismo principio es cierto en el plano físico, sólo que en este mundo son necesarios el tiempo y una reubicación del espacio.
Respondiendo a una pregunta que he recibido en el blog sobre una lista de amigos y familiares que ahora están pasando al plano sutil: donde todos estábamos antes de nuestra primera inhalación en este cuerpo, que dio comienzo a esta encarnación física en particular:
Si tuviera que hacer una lista de todas las personas que conozco que tienen esas mismas enfermedades, que acaban de partir, que tienen cáncer estadio IV u otras enfermedades terminales, tardaríamos un buen rato en leerla.Todos vamos a marcharnos, y cuanto más mayores nos volvemos más obvio resulta ese hecho.
Justamente hace unos días supimos que había muerto Douglas Buchanan, un gran estudiante del curso durante muchos años. Él y su esposa ayudaron a muchas personas, de muchas maneras, a lo largo de sus vidas. Douglas solía escribir cosas aquí en Facebook, muchos de nosotros nos sentimos tristes de su partida. Es conmovedor cuando algún participante del curso nos deja porque son como familia. No obstante, eso forma parte de la vida.
Por ejemplo, dos hermanas de Kay [mi esposa] también están acercándose a su momento. Si observas a cualquier familia descubrirás historias muy conmovedoras de la vida en el mundo físico.
¿Por qué se trata a los pacientes terminales? Según lo que yo he observado, porque eso mantiene la esperanza. Incluso en las últimas semanas o en los últimos días, es mucho más agradable tener esperanza que estar desesperado antes de pasar a otro plano, habiendo culminadouna vida grandiosa, aunque no nos demos cuenta de que lo ha sido.
De acuerdo a las escrituras que he leído y que he explorado en las lecciones del curso, el momento de la muerte ya se ha decidido, al igual que el momento del nacimiento. El karma físico incluye la cantidad de tiempo que vamos a estar aquí, y algunos firmamos por estancias más breves que otros.
No pienses que es algo triste que una persona joven deje este mundo. Alégrate de que haya tenido que pasar por una cantidad tan pequeña de karma. Ellos no van a estar tristes cuando despierten en el otro lado. Es un alivio despojarse de este cuerpo físico.
Todavía nadie ha estado separado nunca. Siempre ha habido Unidad y sólo Unidad. Incluso cuando estamos totalmente perdidos en la realidad de la dualidad, la Unidad es real todo el tiempo, nos demos cuenta de ella o no.
Así que nuestros seres queridos, aquellos con los que esperamos estar durante toda la eternidad, son expresiones de esa Unidad, o del eterno Amado. En última instancia, el Amado siempre es el mismo, no importa en qué forma o formas Lo reconozcamos. En verdad, vive y anima todos los seres, y no hay nadie más, y ciertamente nada ni nadie está separado de él.
El mundo externo, el mundo objetivo, sólo es un espejo de nuestra conciencia subjetiva. Él vive en todo y todos estamos en Él.
En los 'Spanda Karikas,' un texto fundamental del Shaivismo de Cachemira, se dice: "Aquél que conoce al Ser ve el universo entero como una serie de reflejos en un espejo".
Puesto que no existe separación alguna entre tú y tus seres queridos ahora, ¿por qué tendría que haber ninguna separación después? ¿En el próximo plano seremos menos conscientes, o valoraremos a nuestros seres queridos menos que ahora? No, seremos más conscientes de ellos, estaremos más cerca de ellos y sentiremos más intimidad de la que es posible en este mundo físico tan denso, tan limitado por el espacio, por el tiempo y por las circunstancias. Estos cuerpos sólo pueden acercarse hasta un cierto punto. El mundo sutil es mucho más extraordinario e ilimitado.
El amor es eterno. Somos amor. Somos eternos. Todo lo que existe es la Verdad del Momento Presente. El truco es entender completamente lo que eso significa en toda su magnitud.
Lo anterior son respuestas a distintas preguntas en la sección de comentarios del blog que han sido unidas en una.
© D. R. Butler, todos los derechos reservados
1 de agosto de 2010
Este mes me apetece hacer algo distinto. Desde que cumplí los 40 (me sigue pareciendo raro ser más viejo que eso ahora), he tenido este título en mente: "Autobiografía de un Don Nadie". Si tuviera que escribir la historia de mi vida, sería el título perfecto.
Dudo mucho que alguna vez llegue a completar la versión ampliada, pero sí que he decidido utilizar el título en la entrada de Agosto de nuestro blog, y en lugar de recurrir al enfoque impersonal con el que suelo presentar los principios de la Verdad, me gustaría compartir mis memorias aquí y ahora, simplemente para cambiar un poco el ritmo, y probablemente para gran conmoción de Kay.
Nací en la misma habitación y con la ayuda del mismo médico que ayudó a nacer a mi madre 22 años atrás y pasé los primeros dos años de mi vida entre campos de algodón. Después, mis padres se mudaron a la ciudad de Vicksburg, Mississippi, y allí fui a la escuela secundaria. Mi casa tenía vistas al poderoso Mississippi; en aquella época parecía el mejor lugar del mundo para vivir la etapa infantil y adolescente.
Descubrí el yoga y la meditación a los 15 años. Hasta este día todavía me parece un misterio cómo lo encontré y empecé con ello, porque no conocía a nadie que lo practicara ni que supiera nada al respecto. Una vez le dije a un amigo que estaba practicando yoga y me dijo: ‘Ah, lo de tumbarse en una cama de clavos, ¿no?’
A esa edad empecé a recibir un curso por correspondencia que continué hasta su finalización, al cumplir los 29. Lo escribió en los años 50 un hombre de 80 que había vivido 17 años en una lamasería oculta en el Tíbet, hasta que su Maestro le pidió que llevara las enseñanzas de la Verdad a Occidente durante los años de la Gran Depresión, y que ayudara a las personas a aprender cómo recuperar la prosperidad y liberarse de la pobreza, de la carencia y de las pérdidas que habían sufrido. Así lo hizo, y muchos de sus estudiantes son muy conocidos hoy en día.
En el instituto también leí ‘Autobiografía de un Yogui’, de Paramahansa Yogananda, lo que me abrió a un mundo muy distinto al que estaba acostumbrado, y que también inspiró el título de mi propia ‘autobiografía’.
Continué con mi educación en Jackson, Mississippi, en la Universidad Millsaps, una institución privada metodista liberal de arte, que en la época era el baluarte liberal del estado y su institución académica más prestigiosa. Participé en un curso de ‘escritura creativa’ impartido por nuestra ‘escritora residente’, la gran Eudora Welty. El primer matrimonio interracial de Mississippi se celebró en nuestra capilla siendo yo estudiante, y todos nos sentimos muy orgullosos de ello. Me especialicé en filosofía y en literatura inglesa y no supe por qué, ni cómo ‘lo usaría’, hasta años después.
A los 22, un año después de la repentina muerte de mi madre en un accidente de coche, me mudé desde Mississippi a Greenwich Village [un barrio típico de Nueva York]. De hecho, el día de mi 22 cumpleaños mi novia de entonces me llevó a ver la representación original de “Hair”, fue la primera vez que veía una obra de Broadway y hasta ese momento creo que nunca había disfrutado tanto de algo.
Trabajé como editor de una revista en la ciudad de Nueva York durante tres años, y después decidí enfocarme en crear artículos e historias breves como escritor independiente. Había publicado mi primer relato breve a los 20 años mientras aún vivía en Mississippi. Durante esta etapa conocía a muy pocas personas que pudieran vivir de lo que escribían.
Gradualmente volví a mis raíces y a mi verdadero amor: empecé a escribir más sobre yoga y meditación, y sobre el poder creativo de la mente. Todavía creo que es importante entender la relación entre nuestros pensamientos y el proceso de la creación, ya que de otro modo no entendemos cómo y por qué las cosas suceden como suceden.
Hubo un artículo que se tituló: “Tal y Como Piensas, Así Eres”, y muchas personas me escribieron a través de la revista para preguntar si tenía algún libro, o si escribía algún curso, y dónde podían conseguir más de lo que yo había escrito. La primera lección del curso original se envió en Agosto de 1975, en respuesta a las personas que habían disfrutado del artículo y me habían animado a empezar un curso. Así que empecé una exploración más elaborada de los principios presentados en el artículo y el curso empezó a crecer gracias al “boca a boca”.
En esa época un Maestro de Yoga de la India, un Guru de Shaktipat auténtico, iba a estar en Manhattan durante unas semanas. Todos los profesores en los que yo confiaba me animaron a fuera a verle sin falta, insistiendo en que era alguien muy especial y ‘lo bueno de verdad’. Un amigo mío, y entonces uno de mis profesores, era un discípulo directo de Paramahansa Yogananda. Me dijo que éste era el primer Maestro genuino que había llegado a Occidente desde que lo hiciera su Guru.
Yo no tenía ningún interés en tener un ‘Guru’ y pensaba que me iba muy bien en mi sádhana, pero fui a verle por curiosidad. El primer día que le conocí, todo cambió. Mi experiencia de mí mismo cambió. Mi percepción del mundo cambió. La profundidad de mi entendimiento se transformó por completo. Fue como entrar en otra dimensión de la vida. Todo esto sucedió a mis 29 años, el ‘retorno de Saturno’ [en astrología] donde parece que pasamos de una encarnación a otra.
Dediqué los siguientes 26 años a escribir un curso que exploraba los principios de la Verdad, tal y como yo los entendía, desde la perspectiva de ese camino y linaje en particular; eso era mi seva, mi servicio en ofrenda al Maestro y a la misión. Viajé a muchos lugares e impartí talleres de fin de semana. Incluso di clases de meditación en India. Me convertí en un ‘maestro espiritual’.
Mi segundo retorno de Saturno trajo a mi vida cambios tan intensos como los vividos en el primero. En el año 2002 me ‘jubilé’ del puesto oficial que había mantenido durante todos esos años. Sentí el fuerte impulso de ‘retirarme’ a una vida llena de privacidad y reclusión. Mi vida y mi sádhana se habían mantenido bajo la observación pública durante muchos años. Yo no quería ser nadie, y ciertamente no quería vivir para ser alguien en particular. Sólo quería relajarme y ser yo mismo, respirar un poco y no ser necesario.
Pasé los seis años siguientes llevando una vida de reclusión absoluta, exceptuando las visitas de mi familia cercana. Pasé tanto tiempo como pude con mis tres hijos. Kay y yo nos casamos en el 2003, nos conocíamos desde el año 1976, y sus dos hijos y dos nietos ahora forman parte de mi propia familia.
Es muy interesante, porque Kay asistió a un Intensivo que yo impartí en el Ashram Ananda en Monroe, Nueva York, en 1977, cuando estaba embarazada de nueve meses de su hija Tiffany, que ahora es una excelente profesora de yoga y líder de otras personas por derecho propio. Kay también fue la principal “niñera” de mis hijos durante toda su vida, por lo que nuestras familias siempre han parecido estar mezcladas.
Ahora vivimos en un pueblo de 90 habitantes. De hecho, hay más personas en el cementerio, por el que paseamos de vez en cuando para recordar cómo todo viene y va. Una de las primeras familias que se asentaron aquí formaban parte de los famosos ‘Tiffany’, y las tumbas de sus descendientes se están desmoronando en el cementerio. Allí puedes ver tumbas que datan de finales del siglo XVIII, los nombres y las fechas están prácticamente borrados. Ves que cuando tu tumba por fin se convierte en polvo, ya te has ‘ido’ de verdad, casi como si nunca hubieras estado aquí. Eso te da algo de perspectiva.
Nadie en nuestro pueblo, que tiene una de las oficinas de correos más pequeñas del mundo, puede imaginar lo que hago, ni que dedique tiempo a escribir. La verdad es que no sé si podrían unir ambas imágenes en su mente: mi trabajo y yo; sería inconcebible. Me imagino que sólo la gente que participa en el curso puede percibir la esencia detrás de la aparente paradoja.
En el año 2008 empecé el curso actual y este blog. Seis años atrás dejé de ser el profesor de nadie, y ya no me importaba mantener una posición semejante, pero todavía podía escribir, y eso siempre ha sido mi primer amor. ¿Y qué podía decir yo ahora, a los 60, después de empezar de nuevo desde cero? ¿Cuál iba a ser mi enfoque? No podía ni sospecharlo, pero sentía tanta curiosidad por verlo como cualquier otro.
En ese momento, al comienzo, no podía imaginar que tuviera nada más que decirle a nadie. De verdad, había escrito años y años de lecciones; una vez un swami amigo mío dijo que eso era ‘el libro más largo del mundo’, ¿y ahora tenía que empezar otra vez con la Lección 1? ¿Qué hacer? ¿Qué decir? ¿Cómo empezar ahora? ¿Y qué podía haber en la faz de la tierra que la gente quisiera leer, cuando ya hay tantas cosas buenas disponibles?
En cuanto empecé fue como montar en bicicleta, las palabras empezaron a salir solas. Yo no escribo con la mente. No pienso de antemano en lo que voy a escribir. No puedo imaginarme diseñando una lección antes de escribirla. Voy al ordenador y empiezo a teclear, y me quedo tan sorprendido como todo el mundo cuando veo lo que sale.
A veces estoy ‘escribiendo’ (es más parecido a tomar dictado) y me encuentro pensando: ‘Nunca he escuchado esto antes. ¿De dónde vendrá?’ No obstante siempre resulta intuitivamente obvio y no lo dudo.
Llevo tiempo diciendo que he llegado a un punto en el que todo es o intuitivamente obvio, o no merece la pena pensar en ello. Yo no pienso mucho. Encuentro que el pensamiento inútil y sin propósito tiene a disipar mi energía creativa, y en última instancia también provoca alteración, así que ya no merece la pena. El secreto es perder el interés en la constante actividad de mi mente. He sustituido eso con mantener un fuerte centro en el corazón, un centro de sentimiento. Disfruto del amor y de la luz mucho más que de estar perdido en pensamientos perpetuos.
Normalmente dirijo mis procesos mentales a este blog y a las lecciones del curso. Y ahora tenemos Facebook, un fenómeno sorprendente que nunca hubiera podido imaginar, especialmente por las posibilidades que ofrece para mantener un satsang a tiempo real: para encontrarnos y reunirnos en el corazón y en la mente con el propósito de experimentar al Ser que todos compartimos.
En agosto empieza el tercer año del curso y del blog. Hemos llegado muy lejos y hemos consumado muchas cosas durante los dos primeros años. Para aquellos que están a punto de finalizar sus primeros dos años del curso se han establecido unos cimientos muy sólidos, para que lo que tiene que venir pueda ser muy fuerte e incuestionable desde el mismo comienzo.
Mi maestro me dijo una vez: “Haz que el curso esté tan arraigado en los principios de la Verdad que nadie pueda nunca cuestionarlo ni dudar de él”.
Para mí, la belleza del curso se encuentra en que siempre, constantemente, nos despierta a algo nuevo, incluso a mí. Para mí, lo que es nuevo es realmente nuevo, aunque sea antiguo. Si participas en el curso, sabes que el crecimiento espiritual o el desarrollo personal de cualquier naturaleza sólo pueden tener lugar cuando vemos, reconocemos y valoramos lo que es nuevo.
Enfocarnos en lo viejo sólo nos hace viejos antes de tiempo. Ver lo que es nuevo nos rejuvenece y nos mantiene jóvenes.
Ya hemos superado el récord de comentarios en las entradas del blog, así que cada vez hay más actividad ahí, lo cual es fantástico, puede mantenerse por sí solo aunque yo no pueda responder siempre. Cada persona parece aportar lo que es perfecto en el momento perfecto, y la Shakti cuida de todo ello. Sin embargo, por ahora, veré si puedo mantenerme al tanto un poco más.
Algunos intercambio de Preguntas y Respuestas de los comentarios en el blog de julio son sorprendentes, y de verdad te animo a que los leas. Hay una comunidad de personas estupenda que se reúne y comparte aquí su conocimiento.
D. R. Butler
www.truthofthepresentmoment.blogspot.com
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7 de abril de 2010
Me parece interesante haber recibido algunas notas últimamente en refencia al "Guru". Probablemente sabes que rara vez utilizo el término "Guru" en el blog o en las lecciones del curso que enviamos por email. No obstante muchos de los lectores del mismo han tenido una relación previa o algún tipo conocimiento o encuentro con el principio del Guru, de una u otra forma, y parece ser que algunos no han resuelto ciertas cosas todavía. En la mayoría de los casos, es debido a algún fallo en su entendimiento de lo que el principio del Guru es en realidad.
Puesto que mi sadhana y mi historial espiritual incluyen la relación con el Guru, no puedo pasar por alto las preguntas que se me han planteado; las personas necesitan algún tipo de respuesta y para los participantes del Curso de Entrenamiento la relación que mantenemos incluye que todas las preguntas serán contestadas.
Cuando conocí a mi Guru en 1974, la instrucción que me dio fue que enseñara a la gente de Occidente lo que es un verdadero Guru.
Le dije: "No tengo ni idea de lo que es un verdadero Guru".
Él se rió y dijo: "No te preocupes, lo sabrás".
Me dijo que abriera un centro de meditación y que enseñara a la gente lo que era un Guru. Le dije: "¿Pero qué pasa si tienen preguntas?"
Y simplemente respondió: "Responderás perfectamente todas las preguntas".
En mi mente, eso aparta de mi toda la responsabilidad y se la atribuye a él. Me libera de la responsabilidad de que mi mente se vea involucrada. Él fue quien me dijo que respondiera las preguntas y por su gracia son respondidas.
36 años después de aquél diálogo, me doy cuenta de que la mayor parte de la gente de Occidente y de Oriente tiene un entendimiento muy limitado de lo que es un Guru. Por este motivo, recibo preguntas de personas cuyo Guru físico ha dejado su cuerpo, o que por algún otro motivo no es accesible físicamente.
En las escrituras Orientales se dice: "Dios, el Guru y el Ser son lo mismo". Todos se refieren al mismo principio. Es muy importante entender este punto. Si realmente comprendemos este sencillo principio, no podemos experimentar realmente, ni creer, que el Guru no está presente.
El verdadero Guru no es alguien que podemos conocer o haber conocido como a una persona. El Guru no es una personalidad en particular ni es un cuerpo físico. Las escrituras lo dicen muy claramente: El Guru es el "poder otorgador de la gracia de Dios".
El verdadero Guru es ese aspecto del Ser que despierta, inicia, enaltece, expande, profundiza, ilumina, libera, o de cualquier forma nos permite experimentar nuestro pleno potencial como seres humanos.
Un comentario en particular que tuvo lugar en la entrada anterior del blog fue muy emotivo y expresaba claramente una pregunta que muchos manifiestan de diversas maneras:
Ghayas: Me está sucediendo algo muy irónico. Este curso trata sobre estar en el momento presente y al empezar a leer las lecciones e involucrarme de nuevo en este proceso de aprendizaje, surgen en mi memoria algunas reminiscencias de los "buenos tiempos pasados" de tu antiguo curso.
A lo que llamo "buenos tiempos pasados" es a aquel periodo en el que el curso solía ser la herramienta de un camino específico que ayudaba a los estudiantes a entender, entre otras cosas, su relación con el Guru, con el sangham [comunidad de personas que realizan prácticas espirituales]; en aquella época leía la lección y además de practicarla durante mis actividades cotidianas, también acudía a talleres, a intensivos, a programas en el centro de meditación, visitaba el ashram y comprobaba lo que había aprendido en las lecciones dentro del entorno físico del ashram y en la compañía del Guru.
El antiguo curso solía ser el pilar de mi sádhana, en el sentido de que solía fortalecer mi entendimiento de la relación con el Guru. ¡Ahora siento el dolor de la separación! Es como si la era de estar cerca del Guru, de reunirnos en verano en el ashram, hubiera desaparecido sin previo aviso y honestamente, me siento muy nostálgico.
Ahora, es irónico, porque este nuevo curso que ofreces con tanta generosidad a todo el mundo y a personas que practican caminos distintos trata sobre cómo estar en lo más nuevo del presente. Por eso siento que no sigo el ritmo, porque aparece esta nostalgia del periodo anterior de mi sadhana, cuando en cada lección se me invita a volver al presente, a regresar al corazón. Supongo que simplemente tengo que observar este sentimiento nostálgico (siempre ha sido un samskara y me resulta familiar), y la sensación de no seguir el ritmo (otro compañero muy familiar) y seguir regresando al presente.
No obstante, daré la bienvenida a cualquier consejo que me ayude a entender con mayor claridad la evolución de la sadhana desde la forma que tenía antes a la que tiene ahora.
DRB: Ghayas, puedo sentir tu carta y has de saber que muchas otras personas sienten lo mismo. He escuchado y leido lo mismo expresado de distintas formas.
Empecé el curso original en el año 1975. De entre los principios que declaré desde el comienzo uno de ellos expresaba que la expresión externa de sádhana (la práctica espiritual, el trabajo para el desarrollo personal) siempre cambiaría. También dije que muchas, muchas cosas cambiarían a lo largo de los años: Dónde viviríamos, con quién, nuestro trabajo, nuestro nombre, nuestro estilo de vida, nuestro aspecto, y especialmente las formas de sadhana que llevaríamos a cabo, pero que la única cosa que nunca cambiaría es el Principio del Guru.
La enseñanza siempre ha sido muy clara: "El Guru no es una persona ni un cuerpo en particular; el Guru es el poder otorgador de la gracia de Dios".
Los "viejos tiempos" de los que hablas fueron muy divertidos y muchos los recordamos con mucho cariño. Yo también tengo nostalgia y me encantaría volver a ellos y encontrarme de nuevo con todo el mundo. Fue un tiempo mágico. Pero los tiempos han cambiado. El mundo ha cambiado. Ahora las personas sospechan más y se sospecha en particular de los "extranjeros".
El estado de ánimo general no es agradable y eso es, simplemente, lo que caracteriza a esta época. Todo ello fue profetizado hace mucho tiempo. La gente en seguida busca algo con lo que enfadarse, algo que atacar, algo que considerar malvado.
Como resultado, los verdaderos maestros y grupos espirituales se mueven a un ritmo más lento ahora que hace veinte o treinta años. Los grupos son más pequeños, los maestros son menos conocidos. Y muchos de nosotros hemos tenido que desarrollar una fuerte relación con el Guru interior.
De hecho hemos tenido que practicar la enseñanza del Guru y aprender a hacer puja a nuestra propia forma, adorando al Ser divino que mora en nuestro interior en cada nuevo momento.
Mi Guru dijo: "No pienses que el Guru es un hombre sentado aquí, frente a tí, con barba y sombrero. El Guru se encuentra en tu interior en la forma de tu propio Ser".
Mi seva, mi servicio a Dios, ha cambiado; de enseñar sobre el Guru a enfocarnos en los principios de la Verdad que son inmutables, infalibles y aplicables a todas las personas en todo tiempo y en todo lugar. Como ha dicho Ghayas con gran elocuencia: el curso es para practicantes de diversos caminos, y nos enfocamos en la Verdad de Ser y no en ningún camino en particular, ni en ninguna forma de ser en particular, excepto la de ser íntegros con nuestro propio Ser.
Como dicen las lecciones: vuelve al momento, vuelve al corazón, regresa a tu amor. Éste es un buen punto de partida. Hagamos nuestra sadhana en cada momento enfocados en el presente, honrando el pasado y las viejas experiencias por lo que fueron, porque nos ayudaron a convertirnos en lo que somos hoy y nos han preparado para todo lo que vendrá.
Lo que vendrá mañana, no lo sabemos. Todo cambia excepto lo Único que nunca cambia, y eso es nuestra naturaleza verdadera y eterna, el Ser interior de todos. Si reconocemos al nuestro Ser y nos mantenemos conscientes de él aquí y ahora, entonces todo lo que nos ha traído hasta aquí habrá tenido sentido, todo será perfecto, y el futuro será maravilloso.
Alguien más preguntó si era posible desviarse de la gracia. Ésta es la respuesta:
Ciertamente puedo entender de dónde viene esa pregunta. Yo he pasado por 'la noche oscura del alma' donde uno puede sentir realmente que se ha desviado de la gracia, que se ha perdido y ha sido olvidado.
En última intancia, la única forma de desviarnos de la gracia es si nos ponemos en contra de nosotros mismos a nivel de nuestros pensamientos. Por ejemplo, cada vez que permitimos pensamientos o sentimientos negativos, perdemos gracia. Si alguien insistiera en recorrer el camino de la negatividad durante mucho tiempo, seguramente sentiría que ha perdido la gracia para siempre.
En última instancia, sólo existe la gracia de nuestro propio Ser. No hay una fuente externa de gracia. Incluso el Guru, el poder otorgador de la gracia de Dios, es una manifestación de nuestro propio Ser. Si hubiera una fuente externa de gracia, viviríamos en un mundo de dualidad, y el mundo de la dualidad es sólo una ilusión temporal.
No te apartes de la gracia en tu mente. Has de saber que la fuente de gracia se encuentra en tu interior, ábrete a la gracia de Dios que surge desde tu Ser dentro de ti.
A la larga, no hay acercamiento ni desviación alguna. Todo lo que hay es el juego de la Conciencia. En verdad, sólo existe la calma eterna. El aparente movimiento y actividad es el juego, el lila, la danza.
Conoce tu verdadera naturaleza, vive en la conciencia de tu Ser divino y la gracia te seguirá por todas partes y te otorgará una vida maravillosa.
15 de enero de 2010
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Ser Responsable en Cada Momento Presente
En la Lección Uno del Curso de Entrenamiento que enviamos por email comparto un sueño que tuve antes de empezar a escribir este nuevo curso. En mi sueño, me encontraba con un grupo de personas que de verdad estaban haciendo el trabajo del momento presente, sin permitirse a sí mismos dejarse llevar por reacciones mecánicas, por ningún tipo de negatividad, ni por la más mínima muestra de hostilidad o falta de respeto.
Por su forma de hablar y de relacionarse con los demás en cada momento, estas personas de mi sueño eran totalmente responsables de sí mismas, de sus pensamientos y sentimientos. Si por un momento se desconcentraban, inmediatamente volvían a la conciencia de la Verdad. Si no podían verla claramente por sí mismos, alguno de los otros en seguida se la recordaba, y siempre permanecían abiertos a ese recordatorio, no se ponían a la defensiva ni necesitaban explicar compulsivamente su postura.
Muchos creen en la Verdad del momento presente, consultan distintas fuentes para leerlo todo sobre el tema e incluso hablan de ella a los demás como si para ellos fuera algo muy cierto—no obstante, no son responsables de sus propias acciones ni de su forma de hablar o de relacionarse los demás. Si reaccionan negativamente o se ponen a la defensiva, si se pierden explicando su postura o si se muestran hostiles con alguien por cualquier motivo, tienden a justificarse con cualquier razonamiento que se les ocurra en el momento—y son infinitas las excelentes razones que pueden justificar nuestra negatividad.
Muy pocos estamos dispuestos a ser responsables de cómo vivimos en cada momento. En vez de eso, tendemos a someternos a las tendencias del pasado, como esclavos; a veces comportándonos como niños, otras veces como adolescentes, exhibiendo mecánicamente los residuos de asuntos aún sin resolver, que todavía existen en nuestro sistema y provienen de esas etapas de nuestra vida. Pasamos el día atrapados en espacios psíquicos que pertenecen al pasado, sin tan siquiera ser conscientes de cómo estamos comportándonos o expresándonos con las demás personas en el momento presente. Muy pocas personas, incluso aquellos con un agudo entendimiento de los principios espirituales, se dan cuenta de lo atrapados que están en tendencias del pasado.
En nuestro Curso de Entrenamiento, enfatizamos el enfoque en el momento presente porque no importa qué creamos o con qué estemos de acuerdo, o sobre qué temas disertemos frente a los demás, lo único que cuenta de verdad es cómo somos aquí y ahora.
Muchas personas se saltan, oportunamente, el momento presente en su alocada carrera del pasado al futuro, no obstante la Verdad de Ser existe únicamente aquí y ahora, en este momento presente.
Antes de conseguir nada, primero debemos tener la intención consciente de que suceda. Para experimentar la increíble alegría y la satisfacción que surgen cuando nuestro estado interior se expande, debemos generar la intención consciente de realizar el trabajo necesario. Exploramos todo este proceso en detalle en las lecciones del curso.
Puede que a algunas personas les parezca extraño que tengamos que “trabajar” para crecer espiritualmente. Quizá simplemente hemos asumido que todo lo que necesitamos para el crecimiento espiritual es creer en las cosas “adecuadas”, tal y como hemos sido adoctrinados, y ser “buenos” siguiendo esas creencias. De hecho, incluso nos sentimos culpables cuando no somos “buenos”, de acuerdo a los estándares e ideales que hayamos heredado de nuestra familia y de la sociedad.
El Curso de Entrenamiento online es para aquellos que están abiertos a la posibilidad de que el verdadero crecimiento espiritual es posible si estamos dispuestos a trabajar para ello en este momento presente, y no dejarlo para “después”—lo que suele traducirse como “nunca”.
El curso es para aquellos que simplemente quieren estar en armonía con el momento presente y estar contentos en su vida, tal y como es ahora mismo.
Es para esas personas que han experimentado los frutos de un camino espiritual durante muchos años y quieren profundizar en su exploración. Es también para quienes simplemente tienen la sensación de que la vida es mucho más de lo que han conocido hasta ahora, aunque para ellos las ideas y la terminología de las lecciones resulte nueva y poco familiar.
El curso es para los principiantes en el camino espiritual y para los que ya han hecho sadhana (trabajo de crecimiento interior) durante muchos años. Los que más apreciarán las lecciones son aquellos que empiecen el Curso habiendo desarrollado un entendimiento de los principios espirituales. Principalmente trabajo con quienes han practicado los principios espirituales durante algún tiempo, y aunque son pocos los principiantes que se incorporan al curso, son muy bienvenidos.
En última instancia, el Curso es para cualquiera que sinceramente aspire a ver y experimentar la simple Verdad del momento presente.
Podemos aprender lo que es nuevo sólo cuando mantenemos una actitud de indagación. La verdadera auto-indagación supone explorar lo que es verdad ahora mismo.
Un amigo de hace muchos años me ha escrito para preguntarme qué puede hacer para convertirse en una persona más amable, y me ha preguntado que si era posible responder su pregunta en el blog; en este caso, en la Página Web para las personas de habla hispana.
Me alegro de que aspire a ser una persona más amable. Desearía que más personas estuvieran interesadas en incluir la amabilidad en los logros de su vida. La amabilidad no es una tendencia automática en nosotros, ya que la verdadera amabilidad requiere de conciencia y presencia en el momento presente.
Podemos ser “agradables” o “educados” de manera mecánica—pero eso se debe principalmente a un condicionamiento social y superficial, como la mayor parte de cosas que hacemos sin ser conscientes de cómo estamos siendo. Es una máscara artificial y falsa que nos ponemos para aparentar estar bien ante los demás. No es esto a lo que me refiero cuando hablo de la amabilidad.
Desgraciadamente, muchos solemos no ser amables. Nos vemos atrapados con gran rigidez en una personalidad hostil, difícil y competitiva; solemos criticar a otras personas, encontrando fallos en ellas y normalmente puntualizando todas sus equivocaciones por lo que hacen o dicen. Muchos de nosotros somos poco amigables de cara al exterior, aunque no queramos ser así, e incluso podemos sorprendernos al saber que otros nos ven o nos sienten como personas con las que es difícil o incómodo estar.
La verdadera amabilidad es ver lo más alto y lo mejor en los demás, y relacionarnos con lo más alto y lo mejor en ellos en todo momento.
Si deseamos con sinceridad ser más amables, entonces debemos ver a las demás personas, consciente y deliberadamente, de un modo más refinado. Si habitualmente buscamos ver lo que los demás están haciendo mal—muchos hemos sido condicionados a ser así—de ningún modo podemos ser amables con ellos. No somos amables cuando les vemos como algo menos, o como alguien peor de lo que realmente son.
El acto más amable es ver lo más elevado en otra persona. Considérala divina, perfecta y pura en todos sus aspectos. Ciertamente cada persona de este mundo tiene bastantes manías y peculiaridades humanas, no obstante podemos simplemente percibirlas y divertirnos con el disfraz tan inteligente que se ha puesto Dios.
El error que muchos cometemos es que esperamos que la otra persona sea la primera en ser amable. Seré amable con él si él es amable conmigo. Este acercamiento no nos lleva a ninguna parte. Nunca cambiaremos a mejor con una actitud tan limitada. No podemos esperar a que las cosas las hagan los demás.
Si deseamos amor, debemos dar más amor. Si esperamos afecto, debemos ser más afectuosos. Si esperamos respeto, primero debemos ser respetuosos. Si esperamos amabilidad, primero debemos ser amables con los demás.
Ve lo más elevado en los demás; considéralos puros, perfectos y hermosos. Cada individuo es un microcosmos de todo el cosmos. Cada persona es por igual una creación de la Divinidad suprema; cada individuo es una expresión viva de la Omnipresencia Infinita. Si simplemente podemos ver al otro tal y como realmente es, ya somos infinitamente amables.
Somos más amables cuando vemos la divinidad irradiando de cualquiera con quien estemos—independientemente de lo que ellos sean conscientes en su mente. Ve lo más elevado en los demás, incluso cuando ellos sean incapaces de ver lo más elevado en sí mismos. Cuando hacemos esto, hemos llegado a la cumbre de la amabilidad.
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La Evolución de la Sabiduría
Te invito a acompañarme en un recorrido de investigación y descubrimiento: la naturaleza de la Verdad de Ser. Esta Verdad—nuestra propia Existencia interior, el Ser interior—es lo que somos realmente. La verdad incluye lo más alto y lo mejor de nosotros, las grandes cualidades del amor, la compasión, la dicha y la sabiduría. También es Conciencia pura, la sensación “yo soy”, “yo existo” y “yo estoy aquí—ahora”. Se trata de nuestro “yo” más íntimo—eso de nosotros a lo que nos referimos como ser; es eso en nosotros que sabe que estamos aquí, que estamos presentes.
La esencia de nuestra propia Presencia es amor. En realidad las palabras resultan inadecuadas para hablar del amor, que es todo sentimiento y donde no hay mente. Aún así, podemos utilizar las palabras de modo que nos permitan experimentar con mayor intensidad la Verdad de nuestro propio Ser, usarlas para aludir al Ser y de ese modo reconocerlo cada vez más.
Como las palabras sólo pueden indicarnos la dirección de una experiencia, la repetición constante es necesaria. Al leer sobre las distintas formas de dirigir la atención hacia la misma Verdad, a veces la mente puede protestar: Estoy leyendo las mismas ideas una y otra vez—como si fuera mejor continuar y entrar en temas más “avanzados”. Eso es el ego pensando que “ya sabe” algo y que tiene una excelente idea sobre lo que hay que hacer.
La evolución de la sabiduría no consiste en educar la mente, la mente ya ha sido educada demasiado bien. De hecho, muchas cosas que creemos que sabemos evitan que veamos y reconozcamos la Verdad tal y como es. En el Shaivismo de Kachemira se utiliza este término: conocimiento limitado. Tenemos “conocimiento” que limita nuestro potencial para ver y experimentar lo que ya es real, ahora mismo. Por ejemplo, si sabemos que nos dolerá la espalda al levantar peso, es probable que no seamos capaces de levantar nada sin que nos duela. Si sabemos con total certeza que estaremos bien, lo más probable es que estemos mejor que nunca.
Algunas palabras y frases resuenan con el corazón y despiertan la sabiduría que permanecía dormida. El crecimiento interior no es un proceso intelectual, como a veces creemos. La sabiduría surge desde el interior en la forma de revelaciones intuitivas y de mensajes en el momento exacto en el que son necesarios.
Con el conocimiento ordinario podemos ir por ahí “sabiendo” cosas y podemos impresionar a los demás presentándoles ciertos hechos, pero la sabiduría no es eso. La sabiduría surge desde el interior en los momentos más inesperados, como el impulso silencioso (es más un sentimiento que palabras) de seguir un cierto curso de acción, o como una revelación o una comprensión; o quizá aflora una cierta aclaración sobre una situación o una relación personal y de repente entendemos lo que está sucediendo desde una perspectiva más amplia.
La evolución de la sabiduría, en parte, es entender en mayor profundidad y con mayor claridad lo que ya sabemos. No obstante, es también el proceso de abrirnos a nuevas formas de ver y de entender el mundo, la vida, a nosotros mismos y a los demás—de maneras que antes no hemos advertido.
La sabiduría incluye la capacidad de que surja la verdad sobre cualquier cosa en el preciso momento en el que necesitamos ser conscientes de ella. Una persona sabia no va por ahí conociendo al dedillo los hechos y los detalles; no es que al acercarnos a ella sabrá qué llevamos en los bolsillos o en la cartera. Muchas veces nuestra fascinación con los detalles se interpone en el camino del verdadero entendimiento; no tenemos ni idea de cuán a menudo nos ofuscamos con pormenores irrelevantes y al hacerlo, perdemos la verdadera esencia del momento. A veces la dureza y la frialdad de los hechos puede hacernos perder el contacto con el enorme valor de algo que apreciamos profundamente. Casi todos experimentamos esto de algún modo, aunque no nos demos cuenta.
La sabiduría es estar abiertos a lo que es nuevo ahora y ser flexibles en nuestra forma de ver las cosas. El conocimiento ordinario pertenece al pasado, es viejo. La verdadera sabiduría es una conciencia de la Verdad del momento presente, que siempre es nueva. Un constante estado de indagación—y ahora qué… y ahora qué—acelera el crecimiento en el camino espiritual. La Verdad siempre es nueva y la experiencia más genuina de la vida es explorar abiertamente cada nuevo ahora.
Otra característica importante de la sabiduría es la actitud compasiva hacia la vida y hacia todos los seres. La compasión incluye ser conscientes de lo emotivas que son las situaciones de la vida. Cuando conocemos muy bien a la gente—a nuestros familiares, amigos, nuestros padres e hijos—es muy fácil ver lo emotivas que son sus vidas. Cuando nos relacionamos con los demás siendo conscientes de su dolor, de sus miedos y necesidades y dejamos de obsesionarnos con los nuestros, somos compasivos con ellos.
La compasión es un aspecto esencial de la sabiduría. Sin compasión genuina, no hay sabiduría.
Si nuestra compañera o nuestro buen amigo nos dice algo que no nos gusta, o dice algo que suele hacernos reaccionar, podemos recordar inmediatamente lo conmovedora que es su vida: ¿No hay algo en ella, algo que no tiene nada que ver con nosotros, que le hace decir o hacer eso? No hay motivo alguno para tener una reacción negativa, para reprochar, para decepcionarnos o para indicarle que ha hecho algo malo.
Si nos relacionamos con compasión con las personas a las que queremos, disfrutaremos de relaciones muy ricas y satisfactorias. Si nos relacionamos a la defensiva o competitivamente, o desde la actitud “le voy a demostrar quién tiene la razón”, envenenaremos la relación. En las relaciones, lo más importante es la compasión y el respeto. Sin compasión y sin un respeto mutuo y genuino, la relación se manifestará como un conflicto tras otro.
Te invito a no aceptar dogmas, a no creer nada sólo por leerlo aquí y a no aceptar ninguna cosa con fe ciega. En la Verdad del momento presente no puede haber dogmas ni creencias. En este plano de pura visión, la mera opinión es una locura. La mayoría de nuestras opiniones no son más que el condicionamiento de la mente y llegará el día en el que nos resulte curioso que la gente se crea las opiniones—las suyas o las de los demás—y que las confunda con conocimiento.
Una vez conocí a una persona que estaba infatuada con sus propias opiniones y cuando se encontraba en público hablando con alguien, elevaba el tono de su voz más de lo necesario para impresionar con su inteligencia a la gente a su alrededor. La verdad es que lo que hacía era avergonzar a la persona con la que se encontraba y no impresionaba a nadie. Esto ilustra muy bien lo que significa pensar que está sucediendo una cosa, cuando la verdad es algo muy distinto.
Las opiniones son uno de nuestros principales obstáculos para la evolución de la sabiduría. La sabiduría no tiene nada que ver con opinar ni con pensar que sabemos algo. Sabiduría es tener conciencia de lo que es. El ego y la mente pueden describir lo que es, y lo que sea descrito le parecerá real al individuo.
Para percibir y experimentar la Verdad de lo que existe ahora mismo, tenemos que ver las cosas tal y como son y no como pensamos que son, o como parecen ser—ya que ambas opciones son resultado de la descripción que hemos recibido del mundo durante toda nuestra vida. Nuestros propios pensamientos y las apariencias pueden ser engañosos.
La única Verdad que hay es el ahora, el ahora mismo. Si nuestro entendimiento más básico es el de la realidad del momento presente—si no estamos siguiendo la incesante actividad de la mente—disponemos de una base de Verdad que subyacerá a cualquier otro entendimiento. La conciencia del momento presente es la esencia y el pináculo de la sabiduría.
La Verdad es lo más obvio que hay—está delante de nosotros allá por donde vamos. También existe en nuestro interior constantemente. Cuando la mente es clara, la Verdad resulta intuitivamente obvia—ni siquiera necesitamos pensar en ella. La Verdad no puede ser captada con pensamientos ni con palabras; por el contrario, el pensamiento innecesario tiñe nuestra visión. Nuestros propios pensamientos y creencias nublan nuestra percepción y nuestra experiencia y así la Verdad del momento existente se ve oscurecida.
La Verdad no existe ni en el pasado ni en el futuro; no existe en otras personas, aunque podamos ver “el espejo del alma” en sus ojos. La Verdad no existe ni en las palabras ni en nuestras descripciones de situaciones presentes o pasadas, ni en la responsabilidad que atribuimos a los demás sobre nuestros sentimientos. La verdad no existe ni en el mundo objetivo ni en la humanidad. La Verdad no se encuentra fuera de nuestra propia Conciencia.
La Verdad no existe en los recuerdos ni en las acusaciones, en la arrogancia ni en las descripciones negativas del mundo y de los demás; tampoco existe en ningún pensamiento o sentimiento en particular. La Verdad no existe en todas esas cosas malas que creemos que sucedieron en el pasado—después de todo, si pudiéramos decirle a Dios lo que debería haber hecho en lugar de aquello, seguro que toda Su Creación habría sido mejor que lo que sucedió—y ciertamente, la Verdad no existe en nuestras preocupaciones e inquietudes sobre el futuro. Tampoco existe en nuestra constante necesidad de demostrar lo buenos que somos ni en nuestras censuras, en la necesidad de tener la razón ni en nuestras quejas, de las que culpamos a otros o a las circunstancias.
La Verdad existe en el corazón, ahora mismo, en ese estado de amor incondicional y de compasión por los demás y por nosotros mismos.
¿Podemos perdonar de verdad? La respuesta se encuentra en lo más profundo del alma. ¿Podemos perdonar a todos por sus ofensas, podemos perdonar absolutamente todo lo que ha sucedido? ¿Podemos perdonarnos a nosotros mismos? Durante años hemos sido perfectamente imperfectos, hemos cometido errores, nos arrepentimos de la estupidez y falta de sensibilidad que hemos demostrado anteriormente, y no obstante, ¿podemos perdonarnos y saber que aún así estamos completos y somos puros, tal y como somos ahora? Debemos perdonar por completo a todos y a todo antes de poder disfrutar la dulzura de la experiencia de la Existencia universal.
Si no perdonamos algo, eso sigue estando ahí, separado y “distinto a” la totalidad armoniosa del cosmos. Si consentimos que quede algo sin perdonar, y por lo tanto separado de nosotros y de nuestra armonía interior, perpetuamos nuestra dualidad y nuestro engaño. Practica el perdón y sánate. Sólo entonces es posible la verdadera experiencia de la Unidad.
Mira profundo en tu interior y reconoce tu propia Verdad. Es la Verdad de Ser. La Verdad es amor incondicional y compasión, y es el juego de la alegría divina. Sé alegre y contempla en todos y en todo a esa esencia de Ser eterna que impregna el cosmos.
Al evolucionar nuestra sabiduría percibimos mejor nuestra Verdad eterna e indivisible. Es nuestro Ser interior, nuestra Conciencia de Existencia. Permanece en calma y conoce tu Verdad interior. Establécete en ella y vive ahora en la conciencia de la Verdad.
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